Dos monstruos y un destino

Avieso Huesoagosto 12, 2018Vistas 3206

La popularidad de los géneros cinematográficos va variando según la época por el contexto histórico y los intereses que mueven a la gente (o por los que son controlados) . En los albores del cine, más o menos por los años 20, eran las comedia Slapstick y el Terror los favoritos del público. 

La risa tonta y el miedo eran lo que buscaban sentir aquellos que entraban a desconectar del mundo en una sala de cine, emociones primitivas en el cine primigenio.  Todos conocemos el vodevil, es inevitable vincular al cine mudo con Chaplin, Keaton, Lloyd o El Gordo y El Flaco, pero el horror ¡oh, el horror! se halla injustamente topificado en los clichés de la Hammer y reducido a las reconocibles caras de los encumbrados Lugosi y Karloff. Antes de que primara la fórmula comercial hubo un cine sin concesiones con el espectador, que lo dejó temblando en la butaca, sumido en confusos pensamientos por turbias imágenes. En gran parte fue el reino del terror de dos grandes monstruos que, juntos y por separado, sembraron la semilla de lo que sería el auténtico género, llegando incluso a dotarlo de nuevas dimensiones. Estamos hablando de Lon Chaney, el hombre de las mil caras y de Tod Browning maestro de lo macabro.



Charles Albert Browning
(1880-1962) Desde pequeño demostró una extraña y romántica fascinación por el mundo del circo, enrolándose con tan solo 16 años en una compañía ambulante. Durante varios años exploró sus múltiples talentos con todo tipo de trabajos inimaginables: Presentador de fenómenos, cantante, bailarín, payaso, acróbata, contorsionista o incluso (agárrense) cadáver viviente hipnótico, uno de sus números más delirantes donde permanecía enterrado hasta 48 horas. Como ilusionista, una muestra de su talento es que llegó a colaborar con dos de los magos más celebres de la época: Leon Herrmann (Herrmann III)Ching Ling-Foo.

Vasos comunicantes del mundo del espectáculo le llevaron a conocer en 1913 a un emergente David Wark Griffith, quien por simpatía se convertiría en su maestro y mentor. Poco después iría a dirigir los estudios Rellance-Majestic  a California, llevándose a Browning que participaría en medio centenar de cortos como actor, hasta 1915 cuando pasó a la dirección con The lucky transfer, La muerte viviente y La mano quemada. Títulos estrenados en tan solo unos meses, donde ya se anticipan temas recurrentes en su filmografía como la mutilación y las enfermas relaciones padre hija.

"No cruzaría la calle ahora para ver una película" — Tod Browning (Después de retirarse)

 — «No cruzaría la calle ahora para ver una película» — Tod Browning (Después de retirarse)

Los rodajes, que apenas duraban semanas, debían ser frenéticos pero también lo era su vida nocturna, ingesta de alcohol y forma de conducir. En junio un Browning ebrio perdió el control de su vehículo empotrándose contra un vagón de tren falleciendo uno de sus amigos y quedando malherido tanto él como el resto de ocupantes. Con la cara destrozada y otras graves lesiones permaneció un año en el hospital bajo dolorosa recuperación y posiblemente los remordimientos agriaron su carácter.

Tras el alta, aparte de hacer de extra para el gran éxito de Griffith Intolerencia, rodó su primer largometraje Jim Bludso (1917), un par de títulos menores después se fue a Nueva York, trabajando para la Metro Pictures y la Universal donde conoció a Lon Chaney. Con La virgen de Estambul (1921) obtuvo su primer gran éxito, pero a pesar de su innegable talento, su modo de vida era un óbice para su carrera, aficionado al ocultismo y la magia negra, fiestas salvajes o escandalosas relaciones que sumadas a su dependencia al alcohol hacían que los productores lo desecharan de diversos proyectos, su fama de artista controvertido, insobornable, enigmático, autodestructivo y marginal le estaba pasando factura.

Gracias a un amigo, productor y ejecutivo de la MGM que confió en él, pudo volver al circuito comercial con El trío fantástico (1925), a esta le siguieron algunas de sus más representativas películas, muchas de ellas protagonizadas por Lon Chaney. Su transición al sonoro llegó con La silla numero 13 (1929) donde Bela Lugosi interpreta al inspector protagonista. La trágica muerte de Chaney impidió que protagonizase el que fue el gran éxito de Browning Drácula (1931). También con la MGM rodó la controvertida La parada de los Monstruos, la película que vulneraba todos los esquemas de Hollywood, duramente censurada e incluso prohibida, para Browning significó un serio descalabro profesional del que nunca se recuperaría.

Sus siguientes películas surgieron esporádicamente en forma de encargo, pero fueron desastres de taquilla. La Marca del Vampiro (1935) ayudó en cierta medida a restablecer su credibilidad, aunque tanto con esta como con The devil doll (1936) los censores hicieron cortes drásticos. Tres años pasaron hasta que volvió a rodar la que sería su última película Milagros en venta (1939), cuyo fracaso hizo que lo despidieran. Se retiró con su mujer a Malibú donde tras la muerte de esta, permaneció prácticamente recluido…  por lo que es improbable que supiera de la conmoción que causaría el redescubrimiento de Freaks, en el festival de Venecia de 1962, semanas antes de su muerte.

Fiel a sus propios personajes fue desechado por su creatividad marginal, tristemente la obra que hoy en día lo encumbra fue la principal razón de su declive. Su singular inquietud por lo grotesco ha ejercido una innegable influencia en el cine de gánsteres, de terror y su unión con el cine negro. Fue todo un maestro, maestro de lo macabro.


"No hay nada gracioso en un payaso a la luz de la luna" — Lon Chaney

 — «No hay nada gracioso en un payaso a la luz de la luna» — Lon Chaney

Leonidas Frank Chaney (1883-1930) Hijo de una de pareja de sordomudos creció como obligado experto en pantomima, en 1902 comenzó su carrera por los escenarios y durante más de una década recorrió el país con una troupe ambulante. Su salto al cine se debió a un lamentable suceso y posterior escándalo: el intento de suicidio con bicloruro de mercurio de su por entonces mujer (cantante y madre de  Lon Chaney Jr). Cual uno de sus personajes no tardaría en enamorarse de la esposa de un violento paralítico, aunque en este caso con final feliz.

Durante sus cinco primeros años en la industria, se mantuvo luchando por papeles menores que conseguía por su destreza maquillándose. No fue hasta 1919 con Miracle Man (lamentablemente perdida) cuando al fin pudo exhibir su calidad actoral convirtiéndose en el mejor actor de carácter de la época. Pionero en el cine mudo de terror, no solo discurría los más dispares y macabros maquillajes, también modos de transformar su cuerpo mediante prótesis (o incluso dislocando sus miembros) para convertirse en seres deformes y monstruosos. Entre cortos y largos participó en más de 150 obras, en su versatilidad tocó todos los géneros y caracteres dejándonos para la posteridad grandes antihéroes, víctimas torturadas por el destino.

Pudo haber sido la cara de Drácula para Browning pero lamentablemente falleció, con tan solo 47 años de cáncer, quizás consecuencia del pegamento y materiales usados que por entonces eran tóxicos y cancerígenos. Su última (y única) película sonora fue el remake del Trío fantástico, donde dio voz a cinco de los personajes. Apodado como el Hombre de las mil caras Lon Chaney fue, es y será el gran monstruo del cine.

 
Documental biográfico  –>  Lon Chaney: A Thousand Faces (2000)
Película documental  –>   Man of a Thousand Faces – El hombre de las mil caras (1957)


De las 62 películas que dirigió Browning, 10 fueron protagonizadas por Chaney. El carácter y experiencia del director congeniaron con el atormentado espíritu del artista, juntos confeccionaban los sórdidos personajes y se completaban a la hora de crear los desquiciados relatos donde destacaban impedimentos físicos, mutilaciones carnales, espectáculos tortuosos, pasiones enfermizas o venganza desaforada. Aunque en ocasiones cosechaban éxitos de taquilla, eran mancilladas por la crítica horrorizada ante los macabros espectáculos del dúo y su fascinación por lo grotesco, despreciando la diestra fusión de fantasía terrorífica y angustia emocional que dotaba a las tramas de un nivel más profundo que el sensacionalismo barato. Sus protagonistas solían ser seres inadaptados que solo querían vivir en paz frente a un mundo que no se lo permitía, toda una contraposición a los héroes de cartón piedra hollywodienses.

De ninguna manera son todas las películas que hicieron pero si un pequeño recopilatorio de las más significativas.

La rosa del arroyo – The Wicked DarlingLa rosa del arroyo – The Wicked Darling (1919) Primera de las colaboraciones del dúo (que no se repetiría hasta 6 años después) donde, si bien aun no nos muestran la magia de su talento cooperativo ya nos arrastran a los bajos fondos y bajas pasiones con esta triste historia en un mundo de cloacas, ambiente criminal, latrocinio sin escrúpulos y pobreza. Durante muchos años considerada perdida, hasta los noventa cuando se encontró una copia en Europa. Un claro ejemplo de cuales son los verdaderos principios del cine negro.

 

El hombre sin piernas – The Penalty (1920) Aunque por la temática se acerca al estilo de Browing fue dirigida por Wallace Worsley y protagonizada por Chaney que nuevamente demostró su abnegación al oficio, negándose a usar ángulos engañosos o trucos de cámara, literalmente se convirtió en un tullido gracias a un aparato que consistente en dos cubos de madera y múltiples correas, complejo e increíblemente doloroso, tanto que los doctores del estudio le recomendaron no usarlo.

 

El jorobado de Notre Dame – The Hunchback of Notre Dame (1923) La versión definitiva de la novela de Víctor Hugo y posiblemente la mejor transformación de Lon Chaney. No solo por desfigurar su rostro con temible maquillaje, para la chepa usó una prótesis de 50 kg de goma, deformó su cuerpo con pesas y arneses que le obligaban a moverse como requería el personaje. Llevó el personaje hasta las últimas consecuencias y para él perduró en forma de secuelas en vista y espalda de por vida.

 

El que recibe el bofetón – He Who Gets Slapped (1924) Uno de los grandes del cine sueco Victor Sjöström nos conmueve y remueve a partes iguales. Chaney demuestra que no necesita esconderse tras una máscara, golpea de pleno con su mirada y un registro fascinante. Pesadilla de risas y pasajes oníricos, todo un tratado sobre el humor como vía de escape (y método de abuso), resumida a la perfección por la recurrente escena en la que el payaso gira la pelota cual orbe terráqueo. Es la primera producción de la MGM y supuso un éxito de crítica y público.

 

El monstruo – The Monster (1925)  Aunque precedida por películas como El Gabinete del Dr. Caligari, fue pionera por ser primera en la que aparece el científico loco con sus secuaces en el manicomio o laboratorio de turno. Se distingue del resto de films de terror de la época por el uso del humor sutil en situaciones serias o dramáticas gracias al cómico, afeminado y algo cobarde protagonista. Pese a ello respetar la ambientación con una lograda ambientación gótica, un ritmo narrativo que tira de flashbacks y unos efectos especiales más que dignos.

 

El fantasma de la Ópera – The Phantom of the Opera (1925) Acompañada de una original campaña de publicidad en la que se mantuvo en secreto el rostro del protagonista, a la vez que se promocionaba lo terrorífico del mismo. Posee fascinantes escenas rodadas en Technicolor (a dos colores) y otras de impresión donde la capa roja del Fantasma está pintada exquisitamente a mano. El escenario de la Ópera de París fue fabricado en hormigón armado para soportar el peso de los miles de extras, perduró hasta 2014 siendo utilizado en múltiples rodajes de series y películas.

 

El trío fantástico – The Unholy Three (1925) Segunda colaboración, donde partiendo de un supuesto tan ridículo como una banda de criminales que se disfrazan de familia, se forja una obra consistente y con escenas de memorable tensión. A la impecable actuación como ventrílocuo de Chaney (¡en una película muda!) o venerable anciana, hay que añadir el perturbador papelón que se marca el enano Harry Earles interpretando a un realista bebé que en realidad es un cruel capo amante de los puros; personaje claramente «prestado» en ¿Quién engañó a Roger Rabbit?

 

Zara la mística – The Mystic (1925) Browning nos acerca a una de sus aficiones con un perfecto manual de la farsa espiritista. Hipnótico despliegue donde se pone al descubierto, paso a paso, las técnicas utilizadas por un mediums (y sus cómplices) para llevar a cabo espectaculares manifestaciones ectoplásmicas y apariciones espectrales. Sus habilidades serán aprovechadas por un genio del mal para perpetrar el robo de una fortuna. Contó con la colaboración del legendario diseñador Erté que confeccionó los lujosos vestidos art déco.

 

Garras humanas – The Unknown (1927) Otra joya más de la conjunción de estos dos genios ambientada en Madrid y afortunadamente redescubierta en la Filmoteca Francesa en 1968. Circo, trío amoroso y mutilaciones, la conocida trinidad donde en esta ocasión el horror psicológico se aleja del terror convencional y lo supera con creces. Chaney fue asesorado para su papel por un auténtico lanzador de cuchillos nacido sin brazos quien dobló puntualmente sus pies en las escenas que manipula objetos.

 

La casa del horror – London After Midnight (1927) De las diez en las que colaboraron, esta fue la que mayor recaudación obtuvo y paradójicamente una de las películas perdidas más buscadas tras arder la única copia en los años 60. A pesar de ello cuenta con el mismo argumento que La marca del vampiro y en el recuerdo del público lo único remarcable es la caracterización de Chaney como vampiro, para la que usó una dentadura de afilados dientes y alambres en las cuencas de los ojos para conseguir esa mirada.

 

Más allá de Zanzíbar (Los pantanos de Zanzibar) – West of Zanzibar (1928) Adaptación de la obra de teatro Kongo. Esta vez el tándem nos lleva por un auténtico descenso a la locura en el corazón de la jungla, un ejercicio sofocante que no sería igualado hasta Apocalypse Now. Magia, minusvalía, locura, venganza, incesto, alcoholismo, tortura, colonialismo, exotismo selvático, tráfico de marfil y tribu caníbal incluida; para rizar el rizo se rodó exclusivamente en horario nocturno dentro de plazo.

 

Ríe, payaso, ríe – Laugh, Clown, Laugh

Ríe, payaso, ríe – Laugh, Clown, Laugh (1928) Versión de la obra homónima de David Belasco y Tom Cushing. Pospuesta tras el estreno de El que recibe el bofetón por su similar ambientación, no tiene nada que envidiar a la primera. Una nueva entrega sobre la dualidad humana, la venganza, la transformación y la caída en la locura. Precursora de la figura del El payaso triste, incluso hoy en día obras como Watchmen veneran y toman referencias de la misma. La canción que precedía a la proyección fue un éxito y acompañó a Chaney durante su funeral.

 

The Thirteenth Chair (1929) Realizada tanto en versión muda como sonora, solo la segunda ha perdurado. Nueva incursión al mundo espiritista en resultona simbiosis con el género detectivesco, una obra de corte teatral donde jugar a encontrar al asesino entre trece personajes encerrados en una habitación. En su primera producción sonora, Tod Browning muestra de forma sorprendente su capacidad de adaptación, vibrantes diálogos bajo artificios de luces y sombras, permitiéndose el lujo de rodar escenas a oscuras donde la tensión se corta con cuchillo.

 

El trío fantástico – The Unholy Three (VO)El trío fantástico – The Unholy Three (1930) Versión sonora de la del 25, contó con algo más de presupuesto que la original e incluiría pequeños cambios en el final. Sería la última y única incursión de Lon Chaney en el cine sonoro, como actor ya reconocido la campaña publicitaria se basó en la oportunidad de oír su voz. Dio palabra a cinco personajes, como ventrílocuo, su muñeco, venerable profesor, adorable anciana o incluso loro inexistente. Un despliegue que nos deja con las ganas de todo lo hubiera sido capaz de hacer.

 

Drácula (1931) El fallecimiento de Lon Chaney le impidió encarnar al conde que fue sustituido por el actor que había estado interpretando a Drácula en Brodway durante tres años: un Bela Lugosi que apenas hablaba el idioma. El rodaje transcurrió en un total desorden debido, en gran medida, a las ausencias del director, por ello el estudio le negó el derecho al montaje final que fue bastante modificado. A pesar de ello se convirtió en el mayor éxito del director y su particular estilo gótico marcó el estándar de casi todas las películas de vampiros hollywoodienses.

 

La parada de los monstruos – Freaks (1932) Basada en el relato de Todd Robbins “Spurs”. Infravalorada durante décadas, ostenta el récord de prohibición con treinta años de censura en Reino Unido. Rompió con todos los cánones establecidos, por primera vez los «monstruos» no eran los malos e hizo de la imperfección humana su bandera. Tras el éxito de Drácula, la MGM se arrepentiría del gran presupuesto que dispuso para una «película terrorífica» al percatarse del bizarro reparto por el que importantes actores se bajaron del proyecto.

 

La marca del vampiro – Mark of the Vampire (1935) Nueva versión de la desaparecida London After Midnight, una típica historia de vampiros de sorprendente final detectivesco. Como curiosidad, en esta ocasión el Conde Mora aparece con una incongruente mancha de sangre en la sien durante toda la película, la explicación se haya en los aproximadamente 20 minutos de metraje original que la MGM destruyó, en ellos al parecer se narraba como el Conde fue maldito por cometer suicidio tras el incesto con su hija Luna.

 

Muñecos infernales – The Devil-Doll (1936) Adaptación de la novela Burn Witch Burn! de Abraham Merritt fue una concesión contractual de la MGM por el éxito de Drácula. Más cercana al género fantástico que al de terror, nuevamente Browning juega con la difusa linea que separa el bien del mal, donde la venganza genera su propia justicia. Pionera del subgenero de la ciencia-ficción sobre miniaturización de humanos, no tiene nada que envidiar a obras posteriores gracias a sus pulidos efectos especiales ópticos y una sólida trama.

 

Milagros en venta – Miracles For Sale (1939) Basada en la novela de misterio Death from a Top Hat de Clayton Rawson. En esta ocasión se aleja del bizarrismo habitual aleccionándonos con una comedia detectivesca contra el fraude místico. Protagonizada por un fabricante de artefactos para magos que lucha por desmontar las trucos del espiritismo, nos pone al descubierto el mundo del ilusionismo. Parodia y humor desde el primer minuto, Browning hibridando géneros dispares por última vez.

 

Otros títulos disponibles en Zoowoman:

Fuera de la ley – Outside the Law (1920)
El tigre blanco – White Tiger (1923)
Maldad encubierta – The Blackbird (1926)
La sangre manda – The Road to Mandalay (1926)
El palacio de las maravillas – The Show (1927)
El cazador de tigres (Oriente) – Where East is East (1929)
Perdone, señorita – Fast Workers (1933)

Compartido 1

(2) comments

Escribir un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.