Grandes directores I: Bill Plympton
Hablar de Bill Plympton es hacerlo sobre un universo particular, donde la crítica al poder establecido, ya sea a los políticos, el ejército o la religión, son el eje de sus relatos, donde el surrealismo, la violencia extrema y el sexo son el telón de fondo para sus metáforas visuales; y todo esto sobre un lienzo de animación underground.
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El Ciclo:
Alienígenas mutantes: Un observatorio se encuentra en una colina que, rodeada por un raquítico camino, permanece impávida ante la negra noche. De pronto, una rueda aparece, y un coche sube a toda velocidad por esa senda. Las piedras se apartan a su paso, y el vehículo llega raudo al punto álgido de la colina, donde se halla ese observatorio.
Una puerta se abre, ya estamos dentro, y mientras una muchacha realiza sus menesteres, observamos como una estirada y tenebrosa sombra se avalanza sobre ella. En una de sus manos, porta un objeto afilado, lo que podría ser, en definitiva, el fin de otro inocente periplo en manos de lo que parecía ser un psicópata.
Me casé con un extraño: Al sentarte delante de la pantalla y encontrarte una película de las características de «I Married a Strange Person!» tienes dos opciones:
1- No creer posible lo que estas viendo, parar la película de immediato e ir corriendo al botiquín para comprovar que el ibuprofeno que te has tomado es realmente un ibuprofeno y no una dosis de LSD o algun otro tipo de droga dura.
2- Ser consciente que en el mundo del cine no todo está inventado y de que aun quedan géneros por explotar y nuevas vías visuales/artísticas con las que llegar al público.
En este caso, acomódate en el sillón porque «I Married a Strange Person!» no te va a dejar indiferente:
Desde el primer instante del filme la locura y el surrealismo toman el hilo argumental de la película hasta conseguir convertirla en una parodia de si misma, un circulo vicioso del que es difícil salir en los trepidantes, violentos, descacharrantes 72 minutos que dura esta pequeña joya de la serie B.
Una apología de la locura.
Ángeles e idiotas: Con «Idiots and Angels» (según propias palabras del creador), Plympton pretendía trazar una parábola intensificada, en este caso, por una atmósfera cercana a Lynch, que confluyese entre todos los elementos habituales del cine de este genio de la animación. En ella, su inicio, pausado pero tenaz en la presentación de un personaje sombrío y desposeído de cualquier rasgo humano, juega en favor del relato al instaurar paulatinamente los rasgos aparecerán en un grisaceo mundo Plympton reconvertido para la ocasión: un estilo lóbrego para un universo oscurecido, la extraña y atípica evolución del protagonista, la reacción de su entorno…